- ¿Qué
pasa? -Le dice el psicólogo desde su sillón, cargando su pipa-
- Nada... es que... no sabía que ese energúmeno también
se atendía con usted.
- Hum... ya veo... ¿Quiere hablar de ello?
La Dama, haciendo un gesto de negación, se recuesta en el diván.
Tras una pausa en la que parece relajarse, el psicólogo le pregunta:
- ¿Y... qué tal... cómo está?
- Y... mal... cómo voy a estar... encima tengo que toparme con ese
sujeto...
- ¿Qué ocurre con ese sujeto?
- Es un maldito embustero... una porquería de tipo.
- ¿Por qué le preocupa tanto?
- Es que yo... Yo soy una dama, sabe... Yo no soy una cualquiera... y encima
tiene el tupé de hacerse el galán conmigo.
- ¿Y por qué él habría de hacerla sentir una cualquiera?
- No doctor, no se confunda... a mi ese sujeto ni nadie me hace sentir una
cualquiera... Yo soy una dama. En otras épocas más de un cortesano
de la nobleza europea venía a pedir mi mano...
- ¿Y qué pasó?
- Nada, yo soy una mujer íntegra... y solo me rindo ante el verdadero
amor... Pero ahora... ahora me arrepiento de no haber accedido a las buenas
intenciones de esos distinguidos aristócratas.
- ¿A qué se refiere con buena intenciones?
- Bueno... ellos venía a pedir mi mano no a...
- No a qué....
- No a...
- Dígalo
- No a cogerme.
- Y dígame... qué pasó con "ese sujeto" -como
usted dice- que la incomodó tanto.
- ¿Eh...? Yo... yo... es que era muy joven... Fue culpa mía...
él era muy apuesto, sabe... Y... aunque no era ningún aristócrata...
tenía un extraño encanto que me cautivó.
- ¿Ah sí? Cuénteme...
- Lo conocí en 1853, si no me falla la memoria... él había
venido con su porte de vaquero, tan seductor... y lo sigue siendo... Y yo...
como una estúpida, accedí a sus deseos... y... me hizo quedar
como una ramera.
- Por qué dice que la hizo quedar como una ramera. ¿Ante quién?
- Pues ante todos. Me vi expuesta, pernoctando en burdeles, perdón,
en cuarteles.
- Bueno... ello es algo, al menos no cargas con esa culpa...
- Es que sí la cargo... en realidad fue todo culpa mía... por
meterme con gente que no es de mi clase. Ya mi madre me lo había advertido,
pero siempre fui tan díscola...
Pero en fin... tuvo que aparecer este sujeto con sus encantos y su... y su...
- Dígalo...
- Es que no me sale la palabra.
- ¿Su dinero?
- No... por su puesto que no, su... no sé como decirlo... su seguridad,
su... su... su experiencia en ciertas cosas.
Silencio.
- ¿Fue
su primer experiencia sexual?
- ¿Eh...? ¿Cómo dice? ¿Usted me pregunta si yo
era virgen antes de conocerlo?. Pues sí.
- Bueno... no debe sentirse culpable por ello... ¿Aún lo ama?
- Qué le hace pensar que lo amé alguna vez. ¿Amarlo?
Jha... No, por su puesto que no lo amo. Y tampoco me siento culpable. Solo
estoy indignada, me produce mucho fastidio que encima tenga el tupé
de querer hacerse el galán conmigo. ¡Cerdo! Pero... Doctor, no
quiero hablar de esto... yo vine porque estoy sufriendo una crisis emocional
que ya no puedo resistir. Deme una solución, por favor.
- No hay soluciones mágicas para esas cosas... la idea es que lo resuelva
usted, no yo.
- Bueno, aunque sea deme un diagnóstico, hace bastante tiempo que me
analizo... ¿Tengo alguna patología?
- Hum, en cierta medida, todos las tenemos.
- Hábleme de la mía, por favor
- Insisto, la idea es que hable usted... pero si quiere que le diga... -el
psicólogo saca del escritorio una pila de fichas y comienza a pasarlas
en sus manos como naipes-
- Usted ha reconocido, por lo menos en alguna medida, que su paso por los
burdeles... y aquí usted se corrigió y dijo "cuarteles"...sería
una suerte de patología. ¿No es cierto?
- Sí...
- ¿Usted cree que ha superado eso?
- Hum... yo creo que sí.
- Y si cree que sí, qué es lo que la aflige de ello...
- No lo se... no lo se doctor...
- Quizás usted ya se ha dado cuenta que no puede escapar de la realidad
tratando de ir a los burdeles... y ahora, que trata de recomponer su vida,
no se siente integrada a su nueva realidad... Quizás aquél refugio,
que usted ha asumido como negativo para usted, ahora se esté manifestando
en otro aspecto de su conducta.
- ¿Otro aspecto? ¿A qué se refiere doctor? Yo ya hace
tiempo que no voy más a esos lugares.
- Pero quiere evadirse de su realidad, no es cierto?
- Yo... yo... ahora solo quiero hacerme popular... ello no implica vender
mi cuerpo, como lo hacía antes...
- No importa lo que implique, importa lo que usted sienta al respecto. ¿Usted
considera que el populismo es hoy otra, o quizás, la misma patología
que alguna vez signó sus traumas?
- Yo no creo nada... yo siento que estoy cansada... que ya nada tiene sentido.
- Creo que lo que está sufriendo en este momento es una crisis de identidad
que le provoca regresiones constantes. Permítame decirle que las regresiones
son muy negativas para usted, porque aíslan el problema, pero no lo
resuelven. Quizás deba aceptar su pasado y empezar una vida nueva.
- ¿Por qué dice eso?
- Yo no lo digo... es lo que usted quiere ¿O no?. Si no le encuentra
sentido a nada, es porque no hay nada... usted ha superado su pasado, pero
aún no ha empezado a andar su presente. Usted ha aceptado lo que fue,
pero aún no acepta lo que es... usted fue, ahora debe ser... a partir
de ahora... si realmente desea empezar una nueva vida, tiene que animarse
a comenzar de nuevo y dejar de proyectar ese pasado asumido sobre la nada
de su presente...
- Entiendo muy bien lo que dice doctor... yo a veces, pese a que me siento
muy mal, pienso que he estado peor y me reconforto, y otras veces pienso que
he estado mucho mejor y me aflijo y... es un ir y venir constante que no me
deja hacer nada.
- Pues ello es solo una proyección... defina su presente... cuando
lo haga, recién ahí podrá establecer esos parámetros
de contratación que hace, mientras tanto... no existen otras situaciones
comparables con su realidad... porque no hay nada que comparar... cuando comience
a asumir su realidad... quizás tampoco pueda hacer esas comparaciones
sin que le produzcan angustias, porque se dará cuenta que sus distintas
realidades son inconmensurables.
Se hace un silencio y el psicólogo mira la hora...
- Bueno... creo que por hoy podemos dejarlo acá...
La Dama de Gorro Frigio se incorpora y se despide y... nosotros, nos quedamos
pensando, si en la próxima sesión, nos enteraremos de cómo
será la nueva vida que esta mujer piensa encarar.
Luis
Virgilio
02/03/02
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2003
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