La seguridad, un tema
que evidentemente le preocupa a los americanos, luego del atentado del 11
de septiembre al world trade center, es una nota frecuente en las últimas
anotaciones de los psicólogos de Estados Unidos.
Empero, si hiciéramos un poco de psicología social... A ver
cómo es esto. Imaginen que somos analistas y que tenemos sentado
frente a nosotros al pueblo americano. El viejo que lo personifica ha dejado
su alta galera de listones blancos y rojos y su chaqueta azul con las blancas
estrellas de la bandera americana en el perchero y notamos la angustia que
siente al contarnos la falta de seguridad que tiene. Nosotros le preguntamos:
- ¿Te ha ocurrido sentirte así en algún otro aspecto
de tu vida?. El viejo, recostado en el diván se alisa la larga cabellera
plateada y dice:
- Sí, en la década del treinta sentí mucho terror,
sentía la misma angustia que siento ahora.
- ¿Y qué ocurrió en el treinta?
El viejo tuerce la boca, gira la cabeza y nos mira con un rictus extraño.
- Qué, acaso no has oído hablar del New Deal.
- Se refiere al Crac de la Bolsa de New York?.
- Sí, lo recuerdo como si fuera hoy, creo que fue el 29 de octubre
de 1929, si la memoria no me falla.
- Bueno, pero aquello fue una crisis económica. Qué teme en
realidad, exponer su integridad física o económica?
El viejo se queda pensando un momento.
- No lo se... en aquél entonces... es decir... siempre, a lo que
más le temí fue a la pobreza. Eso me mataría, no soportaría
ser pobre... Pero... supongo que por eso soy rico, pero... no lo sé,
a partir del 11 de septiembre me volvió de nuevo esa angustia que
creí haber superado. Y créame que la superé yo solito,
sin necesidad de ir a ningún psicólogo.
- Y cómo has hecho eso?
- Trabajando, trabajando duro...
- Y trabajar te quitó ese miedo, esa angustia...?
- A medida que volvía a sentir que las cosas andaban, que me sentía
económicamente seguro, la angustia se iba diluyendo. Yo he sabido
sobrellevar la crisis y lo voy a hacer de nuevo.
- De qué crisis habla?
- Bueno, en el treinta fue la crisis del petróleo.
- Ah sí? Y qué hiciste?
- Ir por él.
- A dónde?
- A... a... a... ffffh... A Medio Oriente... etre otros lugares.
- ...
- Eso fue hace mucho?
- No... en realidad... lo he venido haciendo todo el tiempo
- Pero esa crisis, la del petróleo, fue en la década del 30,
ahora no hay crisis... o sí?
- No... Sí... es decir... yo no se si hay crisis... pero no me siento
bien, me siento angustiado, no puedo dormir en la noches y...
- Eres rico?
- Sí, claro que soy rico, y muy poderoso...
- Entonces por qué se siente angustiado si usted sólo le teme
a la pobreza.
- Hum... Sabe que usted es muy bueno doc?
- ...
- Me siento verdaderamente mejor. ¿Me podría decir por qué?
- Bueno, parece que en la década del treinta sufriste un trauma que
venías negando. A ti lo único que te importa es el dinero,
eso lo sabemos los dos. Pero ya no tienes necesidad de seguir buscando el
petróleo. Estamos en el 2001, la crisis del petróleo ya pasó,
fue en el treinta.
- Y... por qué ahora siento angustia si yo lo único que temo
es la pobreza?
- Quizás el derrumbe del world trade center tocó ese punto
sensible en tu inconciente. No te olvides que tu angustia nace, según
has dicho, luego del derrumbe de la Bolsa en New Yorck... Este fue otro
derrumbe, digamos, un poco más tangible.
- Tiene razón... pero, igual, no sé cómo resolverlo
- Por qué dice eso?
- Porque no voy a dejar de ir por el petróleo, invertí muchos
años de mi vida en eso y... mucho dinero.
- Bueno, nunca le ocurrió pensar que podría estar malgastando
su dinero y su tiempo?
- Absolutamente No.
- ...
- En realidad estoy pensando que quizás sea una obsesión.
- Cómo es eso?
- No lo sé, se supone que me lo tendría que decir usted
- Por qué?
- Bueno, usted es el psicólogo
- Y... ha tenido otras obsesiones?
- Eeee... Otras obsesiones dice usted... A qué se refiere...
- No sé, dígamelo usted...
- Creo que usted se refiere a mi lucha contra el comunismo.
- Ah sí, y por qué cree que me refiero a eso.
- Bueno... no lo se... supongo que debe ser otra de mis obsesiones.
- Qué paso... se angustió?
- ... no, para nada, esa es una guerra que gané.
- Y qué otra guerra siente que tiene que ganar ahora?
- ... Supongo que... hum... la guerra contra el terrorismo.
- Por qué vaciló.
- Yo vacilé?
- Sí
- No lo se...
El viejo está angustiado y pensativo, pero siente que ha resuelto
o está resolviendo algo. Nosotros miramos el reloj.
- Bueno... mire. Qué le parece si dejamos la sesión acá.
Y para el próximo encuentro le voy a pedir que piense en sus vacilaciones;
que piense si en realidad esta guerra no es la misma guerra que viene sosteniendo
hace muchos años. En la medida de que usted mismo pueda identificar
de donde provienen sus angustias, más fácil las resolveremos.
El viejo se incorpora del diván, toma su bastón, se coloca
su casaca azul estampada de estrellas y su alta galera de listones blancos
y rojos, y nos despide.
- Gracias doctor, nos vemos en la próxima sesión. Voy a pensar
en todo lo que hablamos.
- Buenas noches. Hasta la semana que viene.
- Adios.
El viejo se inclina tomándose el sombrero y se retira saludándonos
con una alegre mueca.
Ahora nos toca trabajar con todas estas anotaciones y pensar qué
es lo que nos oculta nuestro paciente. Intentaremos aproximarnos aún
más en la próxima sesión.
Luis
Virgilio
19/10/2001
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